El libro de la literatura. Madrid: Akal, 2018. 352 p. (Grandes temas). ISBN 978-84-460-4638-7. 29 €.
El libro de la literatura nos presenta una historia de la literatura desde la Antigüedad hasta nuestros días con un enfoque esencial, conciso y visual, como es marca de la casa en la colección «Grandes ideas, explicaciones sencillas» de la editorial británica DK, donde se publicó originalmente la obra.
Es por tanto una obra que se halla en un ámbito intermedio entre una enciclopedia literaria, una obra de referencia y un libro divulgativo. Es enciclopédico, aunque no exhaustivo, porque aborda 127 obras fundamentales, que podemos entender como canónicas, más otras 200 que no pueden obviarse en cada periodo y a las que se dedica un tratamiento más conciso. Es un libro de referencia que continúa la antigua práctica de elaborar listas, tan ligada a la historia del arte y la literatura, como nos mostró el maestro Umberto Eco en El vértigo de las listas (Lumen, 2009). Y es divulgativo en el sentido que se esfuerza por presentar cada obra con rigor, pero sin detenerse en exceso en las referencias y discusiones académicas, con lo que logra el objetivo de invitar a la lectura de los clásicos y obras recientes, presentando las claves fundamentales para su lectura.
La edición española ha sido publicada por la editorial Akal y cuenta con algunas ampliaciones pensadas para nuestra tradición, pero es en su mayor parte una traducción de la obra inglesa.
Los autores y su perspectiva
Su editor principal, James Canton, es profesor de Literatura en la Universidad de Essex y colaboran con él un equipo de otros doce académicos y escritores independientes ligados al ámbito británico. A pesar de tal perspectiva, estos editores han procurado no realizar una selección anglocéntrica, como sucede en otras obras muy conocidas como El canon occidental de Harold Bloom. En esta se incluyen varios títulos a lo largo de toda la selección que van presentando esta diversidad, como son entre otras el Mahabharata indio, La historia de Genji japonesa, de Murasaki Shikibu, El guaraní, del brasileño José de Alencar o El tambor de hojalata, del alemán Günter Grass.
La justificación del canon, si se hace desde una perspectiva anglocéntrica o si presenta un sesgo en exceso masculino, tal como se le critica a Bloom, o si da cabida a una mayor igualdad de género o se incorporan otras tradiciones, es un punto de polémica habitual cuando se asume la tarea de definir un corpus de obras fundamentales. El libro de la literatura intenta evitar estos sesgos incluyendo ciertos títulos, acaso a modo de cuota, para incorporar otras tradiciones, como la asiática y la africana, pero siempre nos encontraremos con ausencias destacables.
Es evidente esta limitación al comprobar que en lengua española han sido seleccionados para las secciones principales Cervantes, Cortázar y García Márquez, y solo en las secciones complementarias de la edición española se incluye a Calderón de la Barca, Clarín, Galdós o Lorca. En la inglesa sí se incluye a Rulfo, Allende o Bolaño, como ejemplo de autores, al parecer, que han tenido una cierta repercusión en el mundo anglosajón, con todo lo desigual que esto parece.
¿Cómo está organizada la obra?
El libro de la literatura organiza su material en cinco grandes periodos: Antigüedad, Renacimiento e Ilustración, siglos XIX, XX y época contemporánea. Dentro de estas divisiones históricas también se presentan otras de carácter temático, como puntos de cambio, que se identifican con el realismo (1855-1900), las vanguardias (1900-1945) o la posguerra (1945-1970). Cada uno de los grandes periodos viene precedido de una destacable introducción histórica (al menos hasta la era contemporánea, donde hay menos claridad), que señala hechos, valores y tendencias. Estas apreciaciones son de gran utilidad para conocer el alcance y la perspectiva de la selección.
La vocación de no ser un mero listado de referencias y reseñas uniformes sino de querer explicar las circunstancias clave que han determinado en lo esencial cada periodo histórico, la constatamos en la atención proporcional que se le otorga a cada obra según su relevancia histórica. Esto lleva a los autores a dedicar hasta 2.500 palabras a ciertas obras más significativas que otras en su periodo. Así en el texto dedicado a La Ilíada nos encontramos hasta 10 subtítulos que dan cuenta de esta voluntad analítica: La guerra de Troya, De dioses y hombres, Orígenes de la guerra, El poder de la cólera, Dos héroes enfrentados, El destino y los dioses, Más allá del conflicto, Un legado fundamental e Influencia perdurable.
Una amplitud similar se le otorga a obras como Primer folio, Fausto, Jane Eyre o El gran Gatsby, frente a la extensión mínima o media que oscila entre las 300 y 1.000 palabras, y que encontramos en la mayoría de los textos.
¿A quién le puede interesar?
Es una obra recomendable para cualquier persona interesada en realizar una lectura panorámica de la historia de la literatura, con las salvedades que hemos señalado respecto a su perspectiva. Es útil para conocer por primera vez los aspectos esenciales de cada obra y periodo, como para regresar a ellos de un modo sintético, recordando las líneas maestras que las recorren. La lectura completa del libro se puede realizar dedicando unas dos horas a cada uno de los cinco grandes periodos. Una gran notable experiencia de recuerdo o descubrimiento.
Es una obra muy indicada para jóvenes con gran curiosidad lectora y cercanos a iniciar la formación universitaria, tanto si se van a especializar en letras o no. Si lo hacen, lo aprovecharán, pues sus estudios, muy probablemente, tenderán más a la profundización que a la visión global del gran recorrido histórico.
Los estudiantes de letras y humanidades, o los lectores más críticos y sistemáticos, podrán completar este recorrido, elaborando sus propias listas, para confirmar lo que se sostiene firme en la selección o incluir lo que falta en ella de un modo más destacado. Lo que no deja de ser un ejercicio de valoración muy apreciable.
¿Qué podemos echar en falta?
Es una obra que habría ganado mucho con la inclusión de una bibliografía complementaria de monografías o estudios relacionados, con las que ampliar la lectura de cada obra. Esto es algo que sí nos encontramos en La literatura admirable de Jordi Llovet, que mencionaremos al final comentando otras obras relacionadas.
La última parte de El libro de la literatura, que abarca obras desde 1975 hasta el presente y que suman hasta un 30 % del total, entendemos que con la intención de atender todos los periodos por igual, es donde resulta más difícil justificar las elecciones de los autores.
¿Está justificado incluir a Bret Easton Ellis, Jonathan Franzen o Zadie Smith y relegar al apartado «Otras obras» a Paul Auster o David Foster Wallace o excluir sencillamente a Philip Roth? ¿O bien incluir solo a Mo Yan, Murakami o Saramago para dar cabida a tradiciones literarias diferentes de la anglosajona y dejar fuera a otros autores como Amos Oz, Elfriede Jelinek o V.S. Naipaul?
No debe sorprender que sea difícil realizar elecciones sobre las obras más recientes, periodo en el que la producción literaria es sin duda mucho mayor que en otras épocas. Y que lo sea también manteniendo la concisión a la que aspira El libro de la literatura al no superar las 350 páginas.
Precisamente el esfuerzo por presentar con cierta neutralidad la variedad de narrativas y contextos sociales del pasado reciente, es lo que parece influir en la discutible selección de la última parte: Easton Ellis (como manifestación sociológica del presente que se traslada a la literatura), El secreto de Donna Tartt (novela de campus universitarios norteamericanos) o Tan fuerte, tan cerca de Jonathan Safran Foer (que cierra la selección principal incluida por el contexto de los atentados terroristas del 11S).
Si pensamos como Bloom que en el presente se impone una cierta «edad caótica» y en cierto sentido anticanónica, tendremos sin duda otras preferencias. O podemos pensar que el filtro del tiempo aún no ha podido actuar para ver con suficiente perspectiva las obras que perdurarán, como las más representativas de nuestro presente cercano.
Otros mapas de lectura
Y como no hay ninguna lista perfecta y siempre hay un «etcétera», como en el catálogo de las naves de La Ilíada, es oportuno terminar el comentario de esta obra con otros libros sobre libros que nos sirven para orientar nuestras lecturas.
Un plan de lectura para toda la vida de Clifton Fadiman y John S. Major (Planeta, 2008). Fadiman (1904-1999) fue un autor, editor y presentador de radio y televisión que desde 1960 publicó su famoso plan de lectura. Es una de las guías de lectura más conocidas y pioneras en el ámbito anglosajón. Los textos dedicados a cada obra proceden originalmente de la columna que el autor publicaba en la revista This Week por lo que son cortas, poco académicas y se centran en dar algunas pinceladas sobre ciertos aspectos de las obras y su contexto. La selección incluye no solo literatura, también filosofía, al mismo tiempo que algunos autores japoneses, chinos o africanos, con lo que queda patente la conciencia de todo autor de este tipo de listas de la limitación de su propio empeño. Un lector exigente puede esperar más ambición a la hora de señalar lo esencial de cada obra, para así hacerles justicia, pero el objetivo de realizar una buena selección y dar algunos motivos para la lectura se cumple.
El canon occidental de Harold Bloom (Anagrama, 2006). Publicada originalmente en 1994, es una de las obras más influyentes –y también como hemos comentado más polémicas– que asume la tarea de presentar en orden cronológico una selección y comentario de las grandes obras de la literatura. Bloom ha continuado con otros estudios muy apreciables abordando géneros específicos, como la novela, la poesía o el ensayo que han sido publicados en la editorial Páginas de Espuma.[1]
La literatura admirable: del Génesis a Lolita de Jordi Llovet, director (Pasado & Presente, 2018). La selección de Llovet se acerca al intento de Bloom de presentar varios estudios de obras indiscutibles en orden cronológico, desde los primeros libros, hasta casi nuestros días. Pero ante la enorme dificultad de esta tarea no preocupa tanto la exhaustividad, como una tarea que ya se ve imposible. Los autores de la misma se aseguran de tratar cada obra con la atención que se merece, incluyendo además bibliografías, que se agradecen. En esta selección siguen siendo mayoría las obras del canon occidental, desde Homero, pasando por Dante, Defoe, Voltaire, Balzac, Dostoyevski o Scott Fitzgerald, entre otros, hasta Navokov. No hay obras que vengan a introducirse como cuotas de representación. Las elecciones más cercanas a nuestra tradición se completan con una singular selección que se inicia en Cervantes, por supuesto, y también incluye La Celestina, el Lazarillo de Tormes o Rubén Darío, para cerrar la obra con Josep Pla.
1001 libros que hay que leer antes de morir de Peter Boxall y José-Carlos Mainer, editores (Grijalbo, 2006). Esta es otra de las guías de lectura más conocidas de los últimos años, en esta ocasión dirigida por Peter Boxall, profesor de Literatura de la Universidad de Sussex. Forma parte de otros libros de referencia publicados por la editorial británica Casell dedicados a películas, discos, comida, etc. Su carácter es diferente de las anteriores puesto que su selección es mucho mayor, y los textos, de unas 300 palabras, están escritos más bien como sinopsis que como introducciones a las obras. Y aún a pesar de tener mucho más espacio, dedicando menos extensión a cada obra y alcanzando las 958 páginas, pueden detectarse omisiones importantes. Es útil como libro de referencia, que es menos proclive a que falte alguna obra importante, pero en absoluto es una guía de lectura como las anteriores.