Los medios digitales ofrecen oportunidades pero también grandes amenazas para la lectura de calidad. Estamos viviendo una transformación que puede durar aún varios lustros, pero que cambiará inevitablemente la posición que tienen bibliotecas y librerías. En este proceso de cambio las publicaciones y comunidades digitales pueden jugar un papel de importancia creciente.
Alfabetización y hábito lector
La alfabetización de las sociedades modernas y contemporáneas supuso un gran avance de las políticas de educación pública. Las razones de la conveniencia de tener una ciudadanía competente en la lectura y la escritura tuvieron más que ver con las necesidades de las religiones del libro para difundir su mensaje y después, de las sociedades industriales para impartir una formación reglada y homogénea, que para cultivar la curiosidad lectora sobre la infinidad de temas que atesoran los libros. Esta es la razón de que aunque se haya conseguido una plena alfabetización en muchos países, el hábito lector aún esté muy lejos de las posibilidades que este medio de formación y diversión es capaz de ofrecernos.
La irrupción de competidores audiovisuales y digitales
Con la popularización a principios del siglo XX de medios audiovisuales como el cine, y después la televisión, la lectura de novelas y prensa redujo su relevancia relativa, aunque netamente el número de lectores pueda ser mayor ahora por el aumento de la población y de los recursos económicos disponibles.
Estas nuevas costumbres afectan de raíz a la práctica lectora. En los primeros años de la revolución digital, el texto, o más concretamente el hipertexto (que es una forma de texto que perjudica la lectura profunda y favorece la lectura breve y dispersa) pareció revivir su importancia.
Hoy se dice que se lee más que nunca, entre mensajes instantáneos, publicaciones de las redes sociales o prensa digital, pero como trataremos más adelante, debemos preguntarnos: ¿cómo se lee?, ¿con qué calidad?
Se ha pasado de leer novelas de larga extensión, a ver películas de 2 horas, y aún más, de leer artículos o reportajes de prensa de 1.000 palabras a leer noticias digitales de 500 palabras o ver vídeos de 3 minutos.
Y lo que parece peor, ya se habla de la época del post-texto en el mundo digital, donde se observa un descenso de la comunicación textual en favor de la la comunicación y procesamiento de información por medios audiovisuales, que por su parte también pierden profundidad y extensión fruto de la carrera frenética por mantener la atención e incentivar la interacción social.
Políticas de fomento de la lectura
Con todos estos frentes abiertos que atacan la lectura y la formación clásica desde hace décadas, pero especialmente con la revolución digital como viene señalando una amplia literatura crítica elaborada por autores como Nicholas Carr (Superficiales, 2010; Atrapados, 2015), Evgeny Morozov (El desengaño de Internet, 2012), Enric Punyet (La gran adicción, 2016), entre otros, se explica que se hayan hecho necesario –aún más que antes– establecer planes y políticas de fomento de la lectura. Sin embargo, estos palidecen ante el enorme reto que hay por delante de recuperar parte de lo perdido y de buscar la síntesis con las innegables virtudes los medios que tenemos a nuestra disposición si sabemos emplearlos adecuadamente en la misión de lograr de favorecer el mejor hábito lector.
La lectura en la época del post-texto digital
A principios de los años 2000 no existían las redes sociales y todo el que quisiera publicar en la red tenía que enfrentarse a un arduo proceso técnico para algunos de editar y gestionar archivos HTML. Desde esos años muchos desarrolladores independientes buscaron desarrollar aplicaciones que permitieran simplificar este proceso y esto dio paso a lo que fue conocido como weblogs («registros web» en su traducción literal) o blogs. Estas herramientas de publicación vivieron su mayor crecimiento durante el lustro transcurrido entre el 2004 y 2008. permitiendo que un gran número de personas tuvieran acceso a publicar textos, con la posibilidad de difundirlos y comunicarlos, como nunca antes había sucedido en la historia.
Precisamente dicho crecimiento se produjo –y no es casual– hasta los años en los que empiezan a adquirir más popularidad, entre segmentos de públicos más amplios que los blogs, las redes sociales como Facebook y Twitter. El crecimiento del interés medido según las búsquedas realizadas en Google acerca de estas plataformas de publicación se sostuvo hasta el año 2011 en el caso de Blogger y hasta el 2014 por plataformas como WordPress y desde entonces se observan descensos de interés, aún cuando a día de hoy, siguen existiendo millones de blogs activos en todo el mundo. Por ejemplo, según las estadísticas de WordPress.com más de 400 millones de usuarios mensuales consultaron los contenidos publicados en esta plataforma frente a los más de 2.000 millones que se estiman para Facebook.
El creciente uso de la red desde dispositivos móviles facilitado por la popularización de teléfonos y tabletas con potencia y capacidades ampliadas, también ha favorecido el consumo de contenidos breves. Asimismo, la disponibilidad de conexiones móviles con capacidades crecientes también ha favorecido un uso cada vez mayor del vídeo lo que ahonda aún más en estas costumbres que ya han dado nombre a lo que algunos llaman la época de post-texto en la comunicación digital.
En estos últimos años se han hecho intentos de recuperar la importancia y centralidad del texto en Internet. Prueba de ello es que Evan Williams, confundido y consejero de Twitter durante algunos años, una de las plataformas que más ha contribuido a esta minimización del texto, decidiera fundar una nueva plataforma como Medium, muy distinta de la anterior y centrada en destacar la centralidad del texto y de la lectura de contenidos. Su popularidad es aún minoritaria (ocupa el puesto 262º de sitios de Internet frente al 12º de Twitter o el 1º de Facebook) y seguirá siendo así al ser un producto de nicho, el de los escritores interesados en disponer de una herramienta de publicación muy fácil de usar y el de una pequeña comunidad interesada en lecturas y contenidos textuales, como tal, más ricos que los ofrecidos por otras redes sociales.
Sin embargo, la lectura digital en ordenadores o tabletas sigue teniendo la limitación de la atención que, ya sea por la costumbre que nos lleva a «pasar a otra cosa», saltando con frecuencia de una a otra y pasado por la serie constante e infinita de contenidos a los que tenemos alcance en nuestros móviles y dispositivos electrónicos. O también debido la fatiga que causan el uso estos dispositivos cuando se realizan lecturas continuadas, como las que se pueden realizar con más comodidad en libros tradicionales.
Los lectores de libros electrónicos, como el Kindle de Amazon, presentado en 2007 para el mercado estadounidense y en 2009 para su distribución internacional, abrieron el camino a la lectura digital exclusiva dedicada al contenido de los libros tradicionales. Las posibilidades eran y son prometedoras, para este dispositivo o para los producidos por otros fabricantes, que permitan realizar una lectura digital sin las interrupciones propias de otros dispositivos conectados y con mucha menor fatiga visual.
En estos años las editoriales han aumentado de forma constante sus catálogos digitales y el acceso a sus contenidos cada vez está más cerca –al menos en las novedades editoriales– de lo disponible de forma tradicional, pero la batalla por el fomento de la lectura es probable que se pierda en su mayoría, especialmente con el relevo generacional, si las costumbres apuntan cada vez más hacia la era del post-texto.
El caso de Clavedelibros.com: Ensayo de posibilidades de una publicación digital con la misión de fomentar la lectura entre públicos digitales
Si la visita a una librería será algo menos frecuente en las próximas décadas, cada vez tendrán más relevancia las publicaciones digitales que reseñen o recomienden lecturas destacadas. Al mismo tiempo la librerías, ya sean físicas o digitales, necesitarán adquirir visibilidad en la red y es inevitable que esto pase por publicar contenidos que fomenten la compra digital o la visita al espacio físico de la librería.
Pensando en adquirir experiencia real sobre esta posibilidades de futuro y en realizar una contribución al fomentó de la lectura, fundé la publicación digital Clavedelibros.com en marzo de 2017. Después de 16 meses hemos publicado, con periodicidad quincenal, 33 artículos escritos por 8 colaboradores procedentes de países del ámbito hispanohablante como Argentina (2), Cuba (1), Bolivia (1), Venezuela (1), Costa Rica (1) y España (2).
Singularidades de Clave de Libros
Qué duda cabe que ya existen numerosos blogs y revistas literarias digitales. ¿Qué podía aportar uno más? En todos ellos es más frecuente la reseña de corta extensión de novedades editoriales que el artículo largo sobre obras, acaso de menor actualidad, pero si de mayor relevancia otorgada por el paso del tiempo.
Teniendo en cuenta estas motivaciones e intereses pensamos que dedicarnos a obras de autores sobre los que la posteridad tiene algo que decir y hacerlo con cierta profundidad, publicando artículos con una media de 2.500 palabras o 10 minutos de lectura, era y es, un camino valioso y recomendable a seguir.
Primeros resultados
Después de 15 meses de trabajo sin compromisos preestablecidos, pensando en el largo plazo, nos encontramos con unos resultados prometedores que nos muestran lo que se puede conseguir con una publicación de esta índole con el objetivo de fomentar la lectura entre una audiencia hispanohablante global. Como lo prueba que los visitantes procedan en un 24% de Argentina, un 22% de España, un 16% de Perú, un 10% de México o un 8% de Colombia, según datos de mayo de 2018.
Las fuentes de esta audiencia vienen por un lado de la difusión en redes sociales, especialmente Facebook, y del posicionamiento en Google, donde hemos conseguido situar el 20% de los artículos publicados en el Top 5 de Google, de los cuales, 4 artículos ya se encuentra en el Top 3, entre ellos, Bestiario de Julio Cortázar, La palabra del mudo de Julio Ramón Ribeyro, Sobre el dibujo de John Berger. Los resultados conseguidos con Cortázar y Rybeiro explican, en buena parte, que los públicos de estos países destaquen en la distribución de nuestra audiencia.
El principio 80/20: Lecturas completas y lectores habituales
El primer objetivo de una publicación es difundir los contenidos desde esta se publican, pero en el medio digital no siempre más tráfico supone más lectores de calidad. Es crucial distinguir si son visitantes fugaces, de una sola visita, si hacen una breve consulta del contenido publicado y deciden que no les interesa como para leerlo al completo o cuál es el porcentaje de visitantes que se convierten en lectores habituales o se suscriben a los contenidos por medios como las redes sociales o los boletines de correo electrónico.
En este ámbito, como en otros muchos, parece confirmarse aquella proporción que en su día observó el economista y sociólogo italiano Vilfredo Paretto, que se ha convertido en una regla heurística muy conocida sobre la relación entre variables de calidad y cantidad. Si Paretto encontró que un 20% de los propietarios de tierra en Italia poseían un 80% de los terrenos, en nuestro caso, son un 20% de los lectores los que leen por completo los contenidos publicados y a su vez, del total de visitantes, hay un 20% que son recurrentes y más o menos habituales.
Se conocen muchas aplicaciones de este principio y también muchas excepciones, como la apuntada anteriormente sobre el 20% de los autores que llegan a generar un 97% de los beneficios. Pero en nuestro caso, resulta coherente y un buen resultado conseguir un 20% de lectores de calidad que leen nuestros artículos, más exigentes que la media de contenidos digitales y que además regresan por más.